Distintos tipos de pruebas auditivas pueden ayudarnos a detectar el estado de nuestra audición y, de este modo, prevenir o tratar la pérdida.
Distintos tipos de pruebas auditivas pueden ayudarnos a detectar el estado de nuestra audición y, de este modo, prevenir o tratar la pérdida.
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La audición es parte fundamental para el desarrollo de nuestra vida, ya sea a nivel intelectual, social, o psicológico, entre otros.
En la misma línea, las pruebas auditivas son una manera de cuidar la salud de nuestros oídos.
En general, se recomienda que las pruebas auditivas se realicen de manera periódica, cada 6 meses.
Asimismo, este tipo de exámenes deben realizarse durante toda nuestra vida, desde el nacimiento hasta la vejez.
No obstante, en la medida que envejecemos, las pruebas auditivas cobran mayor relevancia. Sobre los 55 años, es más probable que perdamos gradualmente la audición.
La presbiacusia, o pérdida auditiva gradual por el paso de los años, es una enfermedad común entre los adultos mayores.
En consecuencia, los distintos tipos de pruebas auditivas nos ayudan a prevenir, detectar o tratar, si es necesario, la pérdida auditiva.
Las pruebas auditivas son distintos métodos para examinar el estado de nuestra audición. En general, son rápidas, indoloras y efectivas.
Si bien se recomienda que se hagan de manera periódica, hay síntomas que pueden indicarnos que necesitamos una:
Los distintos tipos de pruebas auditivas, varían en sus formas, pero todas ellas buscan medir cuán bien oímos.
A través de un instrumento médico llamado videotoscopio, permite visualizar y evaluar detalladamente el interior del oído.
Dicho instrumento consiste en una cámara con luz y lupa que se introduce por el oído.
Con apoyo de un monitor, permite visualizar el conducto auditivo externo y la membrana timpánica.
Además, permite ampliar la imagen y, por lo tanto, realizar un diagnóstico exhaustivo del oído.
Mediante el uso de audífonos, evalúa la capacidad de audición de cada oído, midiendo la cantidad de vibraciones que puede percibir.
La percepción de las vibraciones se basa en las bandas de espectro audible, es decir, sonidos agudos y graves, y más o menos volumen.
De esta manera, se determina la capacidad auditiva de quien se somete a ella, de acuerdo a los estándares existentes.
A grandes rasgos, es una prueba que permite evaluar la capacidad de comprensión auditiva del lenguaje hablado mediante la identificación de palabras.
Esta prueba consiste en la emisión de señales verbales como palabras y frases a diferentes niveles de volumen, para evaluar si el paciente logra comprenderlos y a cual intensidad lo percibe.
En general, se considera como normal que el paciente pueda comprender un mínimo del 50% de las señales verbales, a un volumen entre 10 y 15 decibeles.
Por otro lado, si no logra alcanzar dicho mínimo, puede que el problema auditivo sea grave y se deban realizar pruebas más exhaustivas.
Esta prueba se realiza para evaluar si existe alguna lesión o afección en el oído medio.
Se mide mediante la respuesta a un estímulo sonoro con un instrumento especialmente diseñado.
Este permitirá obtener información acerca de la presión del oído medio, la integridad y movilidad de la membrana timpánica, y ciertas alteraciones de las trompas de Eustaquio o de la cadena osicular o de huesecillos (martillo, estribo y yunque).
La acumulación de cerumen se ha transformado en un problema habitual, principalmente entre niños y adultos mayores.
La falta o malas prácticas de higiene auditiva, pueden provocar que se forme un tapón de cerumen.
En consecuencia, este tapón bloquea el canal auditivo y, entre sus síntomas, se encuentra la disminución temporal de la capacidad auditiva.
En caso de tapón de cerumen, lo primero es acudir a un especialista para que examine e indique el tratamiento a seguir.
No es aconsejable intentar la limpieza por uno mismo, ya que introducir elementos en el oído puede introducir aún más el tapón y dañar el tímpano.
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