Escucharnos es fundamental para mejorar una conducta disruptiva, la que puede manifestarse en niños con desobediencia, agresividad o desafío de los límites.
Escucharnos es fundamental para mejorar una conducta disruptiva, la que puede manifestarse en niños con desobediencia, agresividad o desafío de los límites.
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Muchas veces, detrás de un comportamiento (sea cual sea), hay un ejemplo que estamos imitando.
Cuando somos grandes tenemos más herramientas para reflexionar y decidir si lo que vemos es adecuado para nosotros.
Durante la infancia, sin embargo, lo que vemos “es ley” y solemos adoptarlo, sobre todo si viene desde nuestros padres.
Precisamente ahí es donde hay que tener cuidado, ya que lo que hacemos genera mucho más efecto que lo que decimos.
¿Tu hijo se comporta de manera agresiva, desobediente y desafiante aunque le digas que no lo haga?
Vivimos en sociedad y, en consecuencia, estamos sujetos a una serie de normas y límites. Es más, en nuestra familia o entorno cercano las tenemos.
Cuando esas normas o límites se desobedecen o no se cumplen, podemos estar frente a una conducta disruptiva.
Esta conducta puede ser ocasional y que no revista gravedad y, por lo tanto, no se diagnostica como un trastorno.
Pero, aunque sea ocasional, lo más importante es prestar atención y escuchar al niño que presenta este comportamiento.
Asimismo, si la conducta se repite y la agresividad y desobediencia se tornan incontrolables, es fundamental buscar ayuda profesional.
Este tipo de conductas puede generar problemas de relación con el entorno familiar o escolar, entre otros.
Principalmente, una conducta disruptiva en niños se manifiesta con incumplimiento de normas, desobediencia o desafío de los límites.
De manera más detallada, como indica OrientaciónPsicológica.es, también pueden manifestarse con, por ejemplo:
Pero frente a esto nos podemos preguntar: ¿por qué mi hijo tiene estas conductas si le decimos lo contrario?
Hay diversos factores que moldean la conducta de los niños, entre ellos, el entorno, mediante la imitación.
Las niñas y niños aprenden conductas imitando lo que hacen los adultos que son referentes para ellos.
Pero este aprendizaje se realiza, principalmente, por lo que ven de nosotros, no por lo que decimos.
Por lo tanto, muchos padres se confunden frente a la conducta disruptiva de un niño.
Y esto es normal, ya que decimos algo y pareciera que el niño no nos obedece y sigue repitiendo la conducta.
En este sentido, es muy importante ser conscientes de nuestros actos, ya que tenemos ojos que nos observan y, eventualmente, lo repetirán.
Si bien no todas las conductas dependen de cómo actúan los padres, esto es clave en los primeros años de vida.
Por otro lado, la comunicación es clave para enfrentar este tipo de conductas.
En general, los problemas de comunicación suceden desde ambas partes, por lo que no hay “un culpable”.
Entonces, somos los adultos los que debemos generar las condiciones para conversar con nuestros hijos.
Por lo tanto, es importante tener una postura abierta, con disposición a escuchar, y no a la defensiva o culpando.
Escucharnos es clave para entender por qué se generan estas conductas, y no quedarnos solo con el acto y lo que genera.
Los niños si tienen algo qué decir, y nosotros podemos abrir las puertas para que lo hagan y podamos mejorar las conductas.
Los niños no tienen las mismas herramientas que nosotros para enfrentar este tipo de situaciones.
Por lo tanto, pueden tener desbordes emocionales, ya que es la manera que tienen para comunicar lo que sienten.
Escucharnos y comunicarnos con respeto es clave para formar vínculos sólidos y sanos con nuestros hijos.
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